España ha marcado un hito histórico en el mercado automovilístico: por primera vez, los coches eléctricos representan más del 15 % de las ventas totales de vehículos nuevos en el país. Este logro refleja no solo la creciente aceptación de la movilidad eléctrica, sino también los cambios en las políticas públicas, la infraestructura de carga y la concienciación ambiental entre los conductores españoles.
Según los últimos datos de las asociaciones de fabricantes y concesionarios, el pasado trimestre se comercializaron más de 55.000 vehículos eléctricos puros (BEV), un incremento del 40 % respecto al mismo periodo del año anterior. A este ritmo, se espera que en los próximos años la penetración de los eléctricos siga creciendo, impulsada por incentivos fiscales, restricciones a los vehículos con motores térmicos en zonas urbanas y la oferta cada vez más variada de modelos eléctricos en el mercado.
Factores que impulsan el crecimiento
Varios factores han contribuido a este aumento significativo de ventas:
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Políticas públicas y ayudas económicas: Los programas como el Plan Moves III han facilitado la adquisición de vehículos eléctricos mediante subvenciones directas y desgravaciones fiscales. Esto ha reducido la diferencia de precio inicial respecto a los coches de combustión, uno de los principales obstáculos para la adopción de esta tecnología.
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Expansión de la infraestructura de carga: España ha visto un notable aumento en la red de puntos de recarga, tanto públicos como privados, con cargadores rápidos en autopistas y estaciones de servicio. Esto ha disminuido la “ansiedad por autonomía” y ha hecho posible el uso de eléctricos en viajes interurbanos, algo que hace unos años resultaba complicado.
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Variedad de modelos disponibles: Los fabricantes han lanzado una amplia gama de eléctricos en todos los segmentos: desde urbanos compactos como el Fiat 500e o el Peugeot e-208, hasta SUV medianos y grandes como el Hyundai Ioniq 5, BMW iX y Volkswagen ID.4. Esta diversidad permite que cada tipo de conductor encuentre un modelo que se adapte a sus necesidades y estilo de vida.
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Concienciación medioambiental: La preocupación por la contaminación y el cambio climático ha impulsado a muchos conductores a optar por vehículos eléctricos, especialmente en ciudades donde las restricciones de acceso a vehículos contaminantes se están endureciendo.
Impacto en la industria automotriz
El aumento de la cuota de eléctricos está transformando la estrategia de fabricantes y concesionarios. Las marcas tradicionales aceleran la electrificación de sus gamas, mientras que nuevos actores especializados en movilidad eléctrica ganan presencia en el mercado.
Este crecimiento también está afectando a la cadena de suministro y a los talleres de mantenimiento. Los coches eléctricos requieren menos mantenimiento mecánico, pero necesitan servicios especializados en baterías, electrónica y software. Por ello, los concesionarios están adaptando sus instalaciones y capacitando a su personal para ofrecer soporte adecuado.
Además, el aumento de ventas eléctricas está influyendo en los precios de segunda mano. Aunque todavía hay incertidumbre sobre la depreciación de las baterías, la demanda de eléctricos usados empieza a crecer, y modelos como el Nissan Leaf, el Renault Zoe o el BMW i3 mantienen un valor relativamente estable.
Autonomía, infraestructura y experiencia de conducción
Uno de los avances que ha facilitado la adopción de eléctricos es la mejora de la autonomía real. Modelos recientes superan los 400-500 km de autonomía WLTP, lo que permite viajes interurbanos sin necesidad de recargas frecuentes. El ejemplo de trayectos como Madrid-Valencia o Barcelona-Valencia demuestra que los eléctricos son viables incluso para rutas largas, siempre que se planifique la recarga en estaciones rápidas.
La experiencia de conducción también ha sido un factor decisivo. Los coches eléctricos ofrecen aceleración inmediata, silencio de marcha y manejo ágil, características que resultan especialmente atractivas en entornos urbanos. A medida que más usuarios prueban estas ventajas, aumenta la probabilidad de recomendar la tecnología a amigos y familiares, generando un efecto multiplicador.